Hubo un naufragio seguramente,
una epidemia de sexo oral agradecido,
una muerte por asfixia de vello púbico,
un cambio de rumbo en la conciencia humana hacia la paz mundial.
El público tomó conciencia de lo púbico,
la “artistocracia” se reunió en El Pentágono, en Quántico, en Bruselas, en una pelea de gallos retransmitida para esta decisión difícil y definitiva:
“Abolición del vello púbico a nivel mundial bajo pena de asombro, bajo pena de transparencia genital perpetua”.
No niego mi interés por las buenas vistas,
no recelo de la ausencia de cobertura,
no niego la importancia de la carne por la carne, de la herida abierta.
Simplemente hago la historia, desenredo la hipótesis y peino la duda.
Invertimos los términos para alejarnos de lo humano,
“desanimalizar” o “reanimalizar” el sexo suena a parábola evangélica,
¡los reyes de la creación, los genitales calvos, los elegidos!
Ahora lo entiendo todo.
es por eso que dominamos a los elementos,
que somos capaces del orgullo de lo absurdo.Siento la obligación de sincerarme en plena misión divina,
desvelo el secreto que intuyes:
Mi pubis es una selva, un bosque de caoba extinguida, una rebelión programada, un muñeco de peluche, un pinar centenario, mala yerba.
Mi pubis será la última barricada, el Alcázar de Toledo, La Bastilla, la lucha de clases, la marcha de Selma a Montgomery y todas las guerras de independencia juntas. El abrazo más dulce, la carretera de verano (las primeras caricias son avariciosas), el anarquismo en la cocina francesa, la democracia en el váter de los mártires, los leones de bronce, las medallas de plata, la ausencia absoluta de valores.
Mi pubis será la última revolución televisada, la diferencia.
Carlos Luna.
Enlace a video, pieza de Spoken Word de este texto: https://www.youtube.com/watch?v=1SJZT32qz2E